El Centro Universitario recibió con profundo dolor la noticia del fallecimiento de Phil Weigand, destacado por sus trabajos antropológicos, descubridor del sitio Guachimontones y ganador del Premio Tenamaztle, reconocimiento que entrega el CUNorte en el marco del Encuentro de Especialistas de la Región Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas.
Weigand, asistente puntual cada año a esta actividad, la había catalogado como su encuentro favorito de estudios regionales y, en este marco, había sido reconocido en el año 2009 con la distinción que el CUNorte entrega en honor a quienes han hecho aportes relevantes para la región.
A modo de homenaje y recuento de parte de la extensa trayectoria de Weigand, presentamos el perfil que se le realizó para este sitio web en 2009, año en que recibió el Premio Tenamaztle.
El CUNorte reconoce a Phil Weigand
Son frecuentes visitantes del CUNorte y, especialmente, del Encuentro de Especialistas de la Región Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas. Sin embargo, este año, Phil Weigand y su esposa Acelia García llegan con todos los honores a la cuarta cita de esta actividad, pues el especialista recibirá el Tercer Premio Tenamaztle.
“Más que el objeto por sí, es lo que ustedes tienen organizado y es un gran honor para mí y también para Acelia, quien se siente también premiada”, comentó Weigand con respecto al reconocimiento que recibirá en el Encuentro que se realizará entre el 26 y 28 de marzo.
Weigand está vinculado con la Antropología, sin embargo entró a esta disciplina casi por accidente, afirmó. Sus primeros intereses de joven eran “la geología, los animalitos en el campo”, cuenta. En la Universidad de Indiana se formó como historiador y, en posgrado, a nivel de maestría, lo hizo en Antropología en la Universidad del Sur de Illinois. Luego haría un doctorado en Antropología Social.
Un buen día, tomó su coche y atravesó la frontera para dirigirse a México. “Llegué la primera vez a México de aventura, nada organizado, tenía 20 años de edad y estaba trabajando en el suroeste de Estados Unidos en gasolineras y en el campo simplemente para tener suficiente dinero para ir al estado vecino, nada organizado, de vagabundo, más que todo”.
Así llegó a este país, al estado de Zacatecas, ciudad que le encantó. En ese lugar un mesero le dijo que muy cerca estaba Jalisco; llegó a Guadalajara, a Chapala, lugar que le gustó mucho y decidió quedarse unas semanas. Allí conoció a Acelia y después de tres meses se casaron.
Aunque no pudo cumplir uno de sus sueños que era trabajar en sus áreas de conocimiento en el Mediterráneo, organizó sus intereses en la Arqueología y Etnohistoria de México, especialmente en el occidente del país.
En cierta ocasión, Acelia encontró un taller de obsidiana cerca de Teuchitlán, y le interesó a Weigand porque era una indicación de una industria de utilización de esta roca y debía de haber un sitio cerca para promover tanta producción. “En 1969 empezamos a caminar por lugares ya saqueados por los campesinos, viendo los sitios de las tumbas destruidas y noté que las tumbas eran asociadas con una arquitectura de círculos concéntricos. Al año siguiente decidimos comprar fotografías aéreas en la Ciudad de México y organizar un proyecto más sistemático y con las fotos noté que los edificios tenían una enorme extensión en los alrededores del volcán de Tequila. Desde 1970 empezamos a caminar en los lugares indicados en las fotos y luego entre esos recintos y descubrimos sitios monumentales como Guachimontones”. Desde ese momento, han documentado el paisaje cultural casi por 30 años y han localizado más de 2,200 sitios de relevancia.
Sus descubrimientos han servido para quitar ideas preestablecidas, afirma. “Yo creo que una de las lecciones más importantes de nuestros descubrimientos es no creer en dogmas, porque el occidente era caracterizado como una zona donde no existió nada de importancia, un dogma oficial, que todavía reina en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, por ejemplo, también en el Museo Nacional de Antropología”. Weigand recomienda tener los ojos y la mente abiertos y trabajar en una zona por muchos años.
Además de este trabajo, Phil y Acelia han estudiado a los huicholes y tepecanos, con quienes han vivido. En la actualidad, Weigand no ha abandonado la Historia, pues preparó, por ejemplo, un manuscrito sobre las raíces del socialismo nacional en Alemania.
Weigand afirma que hacen falta más estudios regionales, y no esperar por el gobierno. Se lamenta que Jalisco tiene la fama mundial de vender el patrimonio y, si hay dudas, aseveró, hay que ir a e-Bay y en las categorías llegar a antigüedades de Jalisco, Nayarit y Colima. “Todas estas cosas son ilegales, todas son de saqueo y el saqueo sigue y la destrucción de sitios por urbanización, por desarrollo de infraestructura y por la agricultura mecanizada que hoy en día es una amenaza muy grave”.
La zona norte de Jalisco la considera un laboratorio para estudios de etnias y migración, entre otros. En Estados Unidos, cuenta, hay poco trabajo de campo y mucha imaginación, sin embargo, en México hay gente muy dedicada al trabajo de campo “y es el espíritu que me gusta más”, concluyó.
Texto y fotografía: Leonardo Romero
Weigand, asistente puntual cada año a esta actividad, la había catalogado como su encuentro favorito de estudios regionales y, en este marco, había sido reconocido en el año 2009 con la distinción que el CUNorte entrega en honor a quienes han hecho aportes relevantes para la región.
A modo de homenaje y recuento de parte de la extensa trayectoria de Weigand, presentamos el perfil que se le realizó para este sitio web en 2009, año en que recibió el Premio Tenamaztle.
El CUNorte reconoce a Phil Weigand
Son frecuentes visitantes del CUNorte y, especialmente, del Encuentro de Especialistas de la Región Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas. Sin embargo, este año, Phil Weigand y su esposa Acelia García llegan con todos los honores a la cuarta cita de esta actividad, pues el especialista recibirá el Tercer Premio Tenamaztle.
“Más que el objeto por sí, es lo que ustedes tienen organizado y es un gran honor para mí y también para Acelia, quien se siente también premiada”, comentó Weigand con respecto al reconocimiento que recibirá en el Encuentro que se realizará entre el 26 y 28 de marzo.
Weigand está vinculado con la Antropología, sin embargo entró a esta disciplina casi por accidente, afirmó. Sus primeros intereses de joven eran “la geología, los animalitos en el campo”, cuenta. En la Universidad de Indiana se formó como historiador y, en posgrado, a nivel de maestría, lo hizo en Antropología en la Universidad del Sur de Illinois. Luego haría un doctorado en Antropología Social.
Un buen día, tomó su coche y atravesó la frontera para dirigirse a México. “Llegué la primera vez a México de aventura, nada organizado, tenía 20 años de edad y estaba trabajando en el suroeste de Estados Unidos en gasolineras y en el campo simplemente para tener suficiente dinero para ir al estado vecino, nada organizado, de vagabundo, más que todo”.
Así llegó a este país, al estado de Zacatecas, ciudad que le encantó. En ese lugar un mesero le dijo que muy cerca estaba Jalisco; llegó a Guadalajara, a Chapala, lugar que le gustó mucho y decidió quedarse unas semanas. Allí conoció a Acelia y después de tres meses se casaron.
Aunque no pudo cumplir uno de sus sueños que era trabajar en sus áreas de conocimiento en el Mediterráneo, organizó sus intereses en la Arqueología y Etnohistoria de México, especialmente en el occidente del país.
En cierta ocasión, Acelia encontró un taller de obsidiana cerca de Teuchitlán, y le interesó a Weigand porque era una indicación de una industria de utilización de esta roca y debía de haber un sitio cerca para promover tanta producción. “En 1969 empezamos a caminar por lugares ya saqueados por los campesinos, viendo los sitios de las tumbas destruidas y noté que las tumbas eran asociadas con una arquitectura de círculos concéntricos. Al año siguiente decidimos comprar fotografías aéreas en la Ciudad de México y organizar un proyecto más sistemático y con las fotos noté que los edificios tenían una enorme extensión en los alrededores del volcán de Tequila. Desde 1970 empezamos a caminar en los lugares indicados en las fotos y luego entre esos recintos y descubrimos sitios monumentales como Guachimontones”. Desde ese momento, han documentado el paisaje cultural casi por 30 años y han localizado más de 2,200 sitios de relevancia.
Sus descubrimientos han servido para quitar ideas preestablecidas, afirma. “Yo creo que una de las lecciones más importantes de nuestros descubrimientos es no creer en dogmas, porque el occidente era caracterizado como una zona donde no existió nada de importancia, un dogma oficial, que todavía reina en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, por ejemplo, también en el Museo Nacional de Antropología”. Weigand recomienda tener los ojos y la mente abiertos y trabajar en una zona por muchos años.
Además de este trabajo, Phil y Acelia han estudiado a los huicholes y tepecanos, con quienes han vivido. En la actualidad, Weigand no ha abandonado la Historia, pues preparó, por ejemplo, un manuscrito sobre las raíces del socialismo nacional en Alemania.
Weigand afirma que hacen falta más estudios regionales, y no esperar por el gobierno. Se lamenta que Jalisco tiene la fama mundial de vender el patrimonio y, si hay dudas, aseveró, hay que ir a e-Bay y en las categorías llegar a antigüedades de Jalisco, Nayarit y Colima. “Todas estas cosas son ilegales, todas son de saqueo y el saqueo sigue y la destrucción de sitios por urbanización, por desarrollo de infraestructura y por la agricultura mecanizada que hoy en día es una amenaza muy grave”.
La zona norte de Jalisco la considera un laboratorio para estudios de etnias y migración, entre otros. En Estados Unidos, cuenta, hay poco trabajo de campo y mucha imaginación, sin embargo, en México hay gente muy dedicada al trabajo de campo “y es el espíritu que me gusta más”, concluyó.
Texto y fotografía: Leonardo Romero
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